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¿Comer mucho por la noche es peor que comer mucho por la mañana?

Nutrición

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¿Comer mucho por la noche es peor que comer mucho por la mañana?

Es cierto que muchas veces se piensa que un mismo alimento puede generar una mayor o menor repercusión en nuestro peso corporal dependiendo en el momento del día en que se coma, hasta ahora siempre hemos defendido que la ciencia no ha demostrado esta hipótesis. Ejemplo de ello es que, no hace mucho, desmontábamos la creencia popularizada de que los alimentos ricos en hidratos de carbono “engordan” más si se consumen a últimas horas del día.

Sin embargo, se publicó en Current Biology una investigación que parece demostrar, al menos en ratones, que la actividad de la insulina en el cuerpo está influenciada por el ritmo circadiano (también denominado reloj biológico) y que esto podría tener repercusiones en el peso corporal.

El estudio ha sido llevado a cabo por un equipo de científicos de la universidad de Vanderbilt. Y al mando del mismo se encontraba el profesor Carl Johnson, quien asegura que:

“La alteración de nuestro reloj biológico es capaz de llevarnos a cierta modificación en nuestro metabolismo de forma que nos haga más tendentes a almacenar grasa. Por ello nuestro estudio confirma que no es sólo lo que se come y en qué cantidades, el cuándo se come también es importante”

La insulina es una hormona que produce nuestro páncreas, y desempeña un papel clave en la regulación del metabolismo de los hidratos de carbono. Cuando comemos, nuestro organismo descompone los hidratos de carbono de los alimentos en moléculas simples de azúcar (glucosa), las cuales se absorben y pasan al torrente sanguíneo. Como el exceso de glucosa en la sangre acaba resultando tóxico, nuestro cuerpo libera insulina, la cual estimulará el paso de glucosa del torrente sanguíneo a las células. Dicho de modo simplista, la insulina se encarga de “meter” ese exceso de azúcar dentro de las células para que el nivel de azúcar en sangre vuelva dentro de sus valores. Al hacer esto, nuestro cuerpo guarda ese azúcar bien en forma de glucógeno, bien en forma de grasa o bien se utiliza como energía.

Sin embargo, la acción de la insulina puede reducirse por ciertos factores, haciendo que se cree lo que se denomina resistencia a la insulina. Pues bien, el estudio del que hablamos ha encontrado que los tejidos de los de ratones son relativamente resistentes a la insulina durante la fase en la que el reloj biológico dicta que hay que dormir, y sin embargo sus tejidos se vuelven más sensibles a la insulina (por lo tanto más capaces de disminuir la glucosa de la sangre) durante la fase que se está activo y ya no se duerme. Como resultado de esto, según comentan los autores, la glucosa se convierte principalmente en grasa si se consume durante la fase que toca dormir, en cambio, si se ingiere en la fase activa y en la que toca estar despiertos se utiliza en mayor medida para la creación de energía y glucógeno.

Pero además, los investigadores también examinaron lo que le pasa a la acción de la insulina cuando los relojes biológicos de los ratones se disturba. Para ello, sometieron a los ratones a un entorno en constante iluminación que trastocó su rítmo circadiano. Y encontraron que esos ratones acumularon más grasa y ganaron más peso que los ratones que conservaban su rítmo circadiano normal, pese a ser alimentados ambos grupos con una alimentación idéntica.

Según los autores esto puede explicar por qué con frecuencia las personas que trabajan a turnos de noche tienden a ganar peso o a padecer con mayor frecuencia enfermedades como la diabetes

Cristian Martinez
Nutricionista ciclismo cicloentreno.com

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